viernes, 14 de junio de 2013

LA OBSESIÒN

¡IMPORTANTE!
Casi todo el mundo se ha obsesionado alguna vez con algo y todos conocemos lo que es no poder dejar de darle vueltas a alguna preocupación o suceso que no deja de aparecer en tu mente una y otra vez.
Este tipo de obsesiones pueden considerarse normales y tienden a desaparecer cuando el problema se soluciona y cuando superas el acontecimiento que las está provocando. Por ejemplo, si tu parejate dejara no sería raro que te obsesionaras pensando en lo que ha pasado o echando de menos a esa persona. No obstante, en ocasiones, estas obsesiones o preocupaciones pueden ser dolorosas y estresantes o realmente persistentes.
El trastorno obsesivo-compulsivo
Existen también otro tipo de obsesiones que, cuando son graves, forman parte del llamado trastorno obsesivo-compulsivo. Este tipo de obsesiones son muy diferentes porque la persona que las experimenta las ve como ajenas a sí misma. Por ejemplo, una persona puede obsesionarse pensando que podría coger un cuchillo y hacer daño a alguien. Se trata de un pensamiento que no tiene nada que ver con los verdaderos deseos y sentimientos de esa persona (que no tiene intención de hacer daño a nadie), y es como un intruso en su mente que parece surgir de la nada. No se trata de algo en lo que necesite pensar, como sucede si te deja tu pareja y sientes la necesidad de darle vueltas al suceso, incluso aunque eso te cause dolor y no te lleve a ninguna parte.
Las obsesiones del trastorno obsesivo-compulsivo van casi siempre acompañadas de compulsiones, que son actos repetitivos destinados a hacer desaparecer la obsesión. Por ejemplo, una persona tiene el pensamiento obsesivo de que hay gérmenes por todas partes que podrían contagiarle una enfermedad horrible. Esta idea le provoca una gran ansiedad y, para eliminarla, se lava las manos con mucha frecuencia o usa guantes para no tocar nada. O bien piensa que si no tiene todo colocado en un determinado orden, algo horrible va a pasar. No puede precisar qué es lo que va a pasar, pero siente una tremenda ansiedad que le empuja a colocar cada objeto en el orden preciso y posición exacta. O bien siente una intensa necesidad de repasar una y otra vez el trabajo que ha hecho porque piensa que puede haber un error y las consecuencias de cometer ese error son vistas como algo horrible.
En definitiva, las obsesiones del trastorno obsesivo compulsivo suelen ser ideas absurdas, y la misma persona que las padece las reconoce como absurdas pero, a pesar de eso, no puede librarse de ellas.
Obsesiones normales y patológicas
Este segundo tipo de obsesiones del que acabo de hablar no siempre forman parte del trastorno obsesivo compulsivo. Cualquier persona puede tener una idea absurda que se le mete en la cabeza, como pensar "¿Y si de repente pierdo el control y empiezo a dar gritos en medio de la reunión?" Pero si esta idea solo te preocupa durante unos segundos y luego la desechas por absurda, no puede considerarse un trastorno sino que se debe al funcionamiento normal de la mente humana, cuyo trabajo consiste en generar ideas continuamente, por lo que no es extraño que muchas de estas ideas sean absurdas. Las supersticiones o el uso de amuletos para evitar que pase algo malo, podrían caer dentro de esta categoría.
Sin embargo, la persona con un trastorno obsesivo no es capaz de filtrar bien su mente, no es capaz de descartar las ideas absurdas, o de diferenciar las ideas que hay que desechar de las que vale la pena considerar, de manera que la idea de que podría ponerse a pegar gritos en mitad de la reunión le aterra y le atrapa. Sabe que es absurda e improbable pero no puede dejar de darle vueltas, de considerar esa posibilidad. Cuanto más lucha contra ella, más fuerte se hace, más invade su mente, y más ansiedad le produce. Por este motivo, no es difícil entender que tantas personas obsesivas desarrollen esas compulsiones o rituales para neutralizar la obsesión. Por ejemplo, en el caso que comentamos, esta persona podría pensar que si, antes de entrar en la sala de reuniones, da tres tragos de una botella de agua (o gira sobre sí misma tres veces, o entra y sale varias veces de la sala antes de entrar definitivamente, o cualquier otra idea "neutralizadora" que surja en su mente), entonces no pasará nada malo. De este modo logra calmar la ansiedad, aunque de una manera que es en sí misma patológica y que acaba perpetuando el trastorno

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